La luz de la luna bañaba la
calle por la que iba paseando. La brisa nocturna acompañaba a las débiles gotas
de lluvia que poco a poco iban cayendo del cielo. Una noche perfecta, pensé.
Mientras miraba el oscuro cielo, en el cual se ausentaban las otrora alegres
estrellas, avanzaba lentamente por la calle.
A la vez que avanzaba, las gotas de lluvia empezaban a caer con más fuerza. De
repente, volví a sentirlo. Ahí estaba de nuevo, ese sentimiento de soledad
volvía a invadirme, ese vacío interior que nunca me había abandonado del todo,
mi compañero fiel.
Legué a mi portal, seguía aumentando la fuerza con la que caía la lluvia. En
ese momento, sentí la necesidad de seguir caminando bajo la hermosa luna que
esa noche visitaba el cielo. Me guardé las llaves en mi bolsillo y me adentré
de nuevo bajo la lluvia, caminé, caminé y me empapé, pero mi compañero fiel
seguía en mí. Seguí caminando un largo rato hasta dar con un banco, un
solitario banco. Me senté, total ya no importaba, estaba empapado hasta el
alma. Debía ser bien entrada la madrugada, pensé, ya que no he visto una sola
alma en la calle.
- ¿Por qué me siento vacío? -Le dije a la oscuridad que me acompañaba.
Esta vez mi compañero fiel, se hizo notar con más fuerza, es como si supiese
que le había hablado. Así que seguí allí sentado y pensando en mi vacío
interior. ¿Qué es exactamente este sentimiento? ¿Qué es este vacío, por qué lo
siento? No estoy sólo pero me siento sólo... ¿Acaso no tengo amigos? ¿Acaso no
tengo familia? Claro que tengo, no estoy sólo, ¿Entonces por qué me siento
sólo?
Brrrrrrrrrrrr.
Un trueno interrumpió mi pensamiento mientras iluminaba el
cielo. Debería volver, pensé, aunque total, mañana me levantaré resfriado
igual. Así que continué allí sentado un largo rato más. ¿Qué más podía hacer?
Prácticamente, esta sensación me había acompañado toda mi vida. Había crecido
junto a mí y mientras más pasaba el tiempo su fuerza se incrementaba y la
desmotivación se apoderaba de mí. Prácticamente ya no me motivaba nada. Hago
las cosas porque tengo que hacerlas, no porque me motiven. ¿En qué momento
dejé de hacer cosas que me gustaban? Es más ¿alguna vez he hecho algo que me
interesaba? Pasé entonces a recordar mi vida, y en ese momento me di cuenta que
no recordaba algo que me motivara, no lo recuerdo. Estudié porque tenía que
hacerlo, era bueno para mi futuro, decían, luego empecé a trabajar. Todo el
mundo tiene que trabajar para vivir, ¿no? Todos lo hacen, entonces... ¿Por qué
me siento así?
Tras un largo rato, dejó de llover. Pero yo aún no tenía ganas de moverme de mi
empapado banco. Una suave brisa empezó a tocarme lentamente, haciendo que
gracias a la humedad en la que me encontraba, un frío horrible me calara hasta
en los huesos. En este momento, lo entendí todo.
Me levanté empapado y comencé el camino de vuelta, de nuevo bajo la hermosa luz
de la luna. Qué hermosa era la luna, me quedé otro buen rato mirándola,
esta vez desde el portal, hasta que finalmente el sueño me inundó. Decidí
entonces irme a dormir.
Creo que por primera vez en mi vida, mientras subía las escaleras para volver
al piso, mi compañero fiel perdió un poco de fuerza en mí. O quizás sólo era la locura que se apoderó
completamente de mí.
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